Tu maternidad en los ojos de papá


Nuestras cabezas en una playa de cabo de gata.
Hoy toca hablar de maternidad pero visto desde el punto de vista del papá, así que le he pedido a mi pareja que me vaya contando sus recuerdos del embarazo.



Lo primero que ha dicho sin pensarlo es, "te volviste loca" no sabía si ponerlo, pero mejor ser fiel a lo que me diga.

Digamos que su primera reacción al enterarse no fue lo que se dice emotiva, más bien sólo repetía mientras temblaba, "pero tira el pis, no? Que hace ese pis ahí?tiralo no? Porque no lo tiras? El pobre entró en bucle.

El embarazo lo pasé... podríamos decir que raro.  Para mi no fue tan idílico como se pintaba, de ahí que me animara a escribir este blog, porque hay mil cosas que no se cuentan.  

Si para mi fue raro, para él fue aún más,  tenía que aguantar mis decepciones, mis cambios de humor, mis molestias y todo con una sonrisa porque sino es que no me estaba apoyando.

Lo que más difícil le resultó es verme vulnerable, yo siempre he sido una persona autosuficiente, valiente, emprendedora, en fin que, sola podía con todo.  Pero de repente, eso cambia y donde antes había fuerza, ahora sólo habia miedo ante una etapa que no controlaba y donde antes me autogestionaba, ahora casi ni podía hacerme el café por las mañanas sin ayuda. Me veía frágil y con la responsabilidad de cuidarme cuando aún no sabía si el mismo podía cuidarse.   El por qué de este cambio bien merecería un post aparte ( lo dejo para más adelante) lo que cuenta es que ese cambio estaba y el era el que lo aguantaba como un campeón.

Le tocó descubrir a una persona diferente a la que conocía que ahora necesitaba su protección. Esto por un lado tenía su lado bonito de sentirse útil y necesitado pero la mala de estar tan abrumado con la situación como yo y no poder compartirlo con la persona con la que antes había hablado de todo porque se suponía que tenía que estar fuerte para que yo no me desmoronara.

En ese viaje perdió una parte importante de mi, a su amiga y compañera de cervezas. Según cuenta fue lo que más echó de menos y celebró por todo lo alto mi primera cerveza con alcohol después de la lactancia.
Y es que yo lo conocí así, de cervezas, en un bar, podíamos pasarnos horas sentados en una terraza bebiendo y charlando de la vida, teníamos nuestra noche de la semana de tirar una manta al suelo y beber una botella de vino mientras escuchábamos música y seguíamos hablando y es que nos enamoramos así, hablando y hablando.

En el embarazo cambie las cervezas por batidos nutritivos y ya no podía quedarme conversando hasta tarde porque tenía sueño todo el tiempo. Igualmente cuando hablábamos, siempre giraba en torno al bebé, pues era el monotema ( chicas cuidado con eso, nosotras nos obsesionamos y no hablamos de otra cosa, pero a la gente de alrededor le puede cansar).

No todo era malo, ese miedo desaparecía con la primera patada y cuando le hablaba a la barriga y sentía como se movía a modo de respuesta.

En las madres empieza a crecer el amor desde que vemos el positivo en el test.  Para un padre esto tarda más y es que aunque lo van viviendo con nosotras, no es hasta el momento que nace y la enfermera dice quien es el padre, cuando llega la dosis de realidad.   La de que ya no eres tú sólo sino que tienes a alguien a quien cuidar y que en un segundo se convierte en algo más importante de lo que hayas tenido antes. Ese segundo eterno en el que la mira y todo se desvanece, sólo está esa personita y el papá, no importa nada más sólo su hijo.

Y repito ese segundo eterno en el que de un golpe crecen, por más años que tengan.

 Llevan toda la vida haciendo cosas para ellos mismos y en ese instante se dan cuenta que tienen alguien a quien proteger, ese bebé está ahí con la mirada más inocente que nunca han visto, sin preocupaciones porque sabe que está en los brazos de papá que lo protegerá y que será para siempre y por el que darán todo lo que tengan, hasta su vida.

Si te ha ayudado o al menos te ha gustado, por favor no olvides seguir mi blog. Gracias.

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