Tu etiqueta es...

Se ha hablado mucho de no poner etiquetas a los niños (travieso, estudioso, bueno, malo...) pero, ¿podemos estar poniendo etiquetas sin saberlo?¿Qué tienen de malo las etiquetas positivas?

 El peligro de poner una etiqueta es que el niño asume ese rol y no se planteará cambiarlo, esto es obviamente perjudicial  si al niño se le considera con un adjetivo negativo, pero no hay que olvidar que lo mismo pasa con las positivas, es decir, si lo etiquetamos por ejemplo de estudioso, tendrá una gran carga para no fallarnos nunca y le será más difícil afrontar las decepciones. Estos es típico de niños demasiado responsables que nunca han tenido que lidiar con hacer algo mal y cuando llegan a la etapa adulta no saben afrontar el hecho de no ser perfectos.

Esta es la teoría y está genial, pero también podemos caer en el error de etiquetarlos sin hablar y si con nuestras actitudes.

Si bien es cierto que cada madre conoce y entiende a su hijo mejor que nadie, pero cabe preguntarnos ¿Estamos creciendo con ellos y vamos descubriendo su personalidad? ¿O los hemos considerado que son de cierta forma y los tratamos como tal?

A mi primera hija, la eduque con paciencia, le dedique tiempo a enseñarle lo que estaba bien y mal, crecí con ella, vi sus límites e intente que los superara, le explicaba el porque de las cosas e iba guiándola, así que no tardó en ganarse la etiqueta de niña buena, responsable, inteligente, fuerte...

Cuando tuve el segundo por alguna razón se me olvidó todo el trabajo que había invertido en su hermana y pretendí que fuera igual que ella desde el principio.  Me enfadaba cuando hacía algo mal porque para mi ya había repetido mil veces que eso no se hacía ( pero se lo había repetido mil veces a su hermana no a él y por alguna razón no me di cuenta),  lo trataba más mayor de lo que era porque ya había pasado por todo ( pero con su hermana), se caía mil veces y me extrañaba porque para mi yo le había enseñado a caminar, correr y trepar  pero fue a su hermana a la que fui despacito enseñándole, con el simplemente quise que supiera porque en mi mente yo ya había gastado mucho tiempo en enseñar todo eso.
Parecerá increíble pero pasa, yo ya había gastado fuerzas educando y no se porque generalice y pensé que había sido en él también, pero en realidad las había usado todas con mi primera hija y el simplemente iba a rebufo aprendiendo sobre la marcha de verla a ella comportarse.

Así que no tardé en etiquetarlo mentalmente como travieso, cabezón y algo torpe.

El día que me di cuenta de ello, lloré todo el tiempo y me sentí horrible.

Logré entenderlo cuando volvió este año a la guardería y en lugar de ir por el camino explicándole donde se iba a quedar, a que iba a jugar y tranquilizandole de que enseguida volvería como siempre había echo con mi hija mayor, simplemente lo metí en clase y salí corriendo en un descuido para que no me viera porque en mi mente tenía la etiqueta de llorón.  Cuando salí de la guardería, me di cuenta e intente volver pero ya era tarde, así que sólo me quedo esperar con un nudo en la garganta que se hiciera su hora de salir.

Por suerte los hijos son esas personitas que te perdonan todo hasta cuando ni tu misma puedes y allí salió sonriendo y gritando mamá mientras me abrazaba, lo cual no ayudó a mi nudo de garganta.

Así que aquí me tenéis, escribiendo este post para mamás con etiqueta de "malas madres" como yo, por si estoy a tiempo de ayudar a alguien.  Por el momento yo volveré empezar a enseñar y volveré a repetir las cosas mil veces porque no hay nada más típico en una madre que su frase " cuantas veces tengo que repetir lo mismo, es que no me hacéis caso".

Si te ha ayudado o al menos te ha gustado, por favor no olvides seguir mi blog.  Gracias.

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